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CULTURA

Los 10 años del cumbión | Entrevista a La Delio Valdez!

Entrevistamos a la banda en el marco de su festejo por los 10 años de trayectoria.

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Se terminaban las horas del día viernes, el frío empezaba a caer sobre la ciudad de Buenos Aires pero desde el Teatro de Flores llegaba un calor particular. Se podía percibir desde muy temprano porque después de la prueba de sonido el ambiente ya quedó prendido fuego. Nos dirigimos a los camarines cruzando por todo el escenario, sintiendo esa energía que horas más tardes terminaría por explotar. Llegamos y adentro nos esperaba Santiago “Ruso” Moldovan, clarinetista (entre otras cosas) de La Delio y junto con él comenzamos a buscar un lugar donde poder charlar tranquilos, en esa búsqueda también nos topamos con la compañía de Pablo “Oso” Broide (saxofonista, quenista y maraquista). Finalmente llegamos a un pasillo al costado del escenario, parecía ser el lugar más tranquilo y alejado de toda la vorágine que hay en torno a la producción del show.

Comenzamos a charlar y, sin perder la mirada de semejante despliegue, nos vimos en la obligación de preguntar cómo fue que llegaron a esto:

Santiago Moldovan: creo que un poco inconscientemente… Surgió sin muchas expectativas de ser un proyecto serio o para laburar, más bien como un disfrute. Un grupo de amigos que nos divertíamos tocando, jodiendo, de a poquito fue cobrando vuelo y con el paso de los años se fue profesionalizando.

-Estamos más acostumbrados a ver bandas de cumbia de otros estilos, no con forma de orquesta, ¿cómo se dio este formato?

Pablo Broide: las bandas de rock sumaban otros vientos además del saxo, percusión…. En la Delio hay una sociedad que es la de viento y tambor. Tenemos un sonido más rockero, no hay batería jazzera, contrabajo, acá hay un power trío dentro de la orquesta, con el timbal lleno de platos, un bombo que explota, un bajo que suena fuerte y la guitarra eléctrica con muchos efectos propios del Rock. Surgió, fue natural, justo estábamos parados y le dimos laburo, crecimiento.

Santi: no fuimos los responsables, pero sí vivimos el proceso donde se empezó a mirar a la cumbia con menos prejuicio y empezó a consumir cumbia una parte de la sociedad que antes la miraba medio de costado, y se dieron cuenta que era un género interesante que tenía mucho para decir. Somos muy heterogéneos los miembros del colectivo, hay algunos que estudiaron en conservatorio y otros somos más autodidactas, chicos que tocan música clásica, esa variedad nutre y hace que se vaya construyendo la identidad de la Delio.

-Y si de identidad hablamos, lo que los caracteriza por sobre la mayoría es la forma de laburo cooperativista, ¿cuándo decidieron que así sea?

Pablo: se fue desarrollando… La banda comienza de forma cooperativa como muchas bandas de amigos, de vamos a juntarnos a divertirnos, y eso tiene algo de espacio colectivo de goce y un lado artístico. Con los primeros años empezó a aparecer el concepto del trabajo, eso estuvo desde muy temprano en la banda y fue como uno de los ejes que nos orientó. Pero no el trabajo concebido como algo para hacer plata, sino con la mirada de tomar esto como algo que nos pueda dar laburo y que todos nos podamos llevar un manguito, más en esto de ser independiente y under. La economía no da como para sostener orquestas, es muy difícil mantener todo a pulmón, entonces todo eso fue deviniendo en la idea de cooperativa, denominarnos así, el papeleo para serla, el ir construyendo la estructura y la forma de pensar y organizarnos, que tiene que ver mucho con la forma de elegir cómo vamos a hacer, discutir, compartir. A todos nos pasa que lo que uno quiere, desea, piensa individualmente, va para otro lado, pero dentro del grupo decanta en darnos espacio para comunicarnos, contar que nos pasa, lo que queremos, en ese punto ya es cooperativo, y es cooperativo en el marco organizacional, en el reparto del dinero, en la parte artística, la dirección artística de la banda es cooperativa. Todos estos diez años fueron de muchísimo aprendizaje, de buscar referencias en las orquestas de tango, del Caribe, las empresas recuperadas, de todos los lugares fuimos tomando herramientas para formar nuestra propia dinámica de trabajo. Creo que toda cooperativa lo precisa y es diferente en cada una. Creo que el cooperativismo tiene algo, un planteo muy disruptivo, ahí si rompe con la concepción del trabajo en general en el neoliberalismo galopante que nos habita, que nos invade todos los días. El cooperativismo propone algo distinto donde el ambiente de trabajo es un espacio de lazos, de compromisos, de solidaridad entre compañeres y te cambia esa sensación de decir “otra vez es lunes…” -perdón, nosotros trabajamos de hacer música, lo amo- risas-, pero en otra situación cooperativa no tenés que ir a sentir que tenés que estar entregando ocho horas a un patrón y que no importás, la cooperativa tiene esa cosa de que todos importamos y que todo va a ir para donde queramos los socios que vaya.

-Hace poco habilitaron una cuenta de Instagram, que es una suerte de tienda online de la banda, con productos que ustedes mismos elaboran

Pablo: es ese espíritu… A veces no llegamos a producir todo lo que queremos. Por ejemplo, las remeras las hacen Milton y Tomi que tienen las máquinas, queremos crecer y mostrar que de esa forma se puede crecer y hacer algo grande, quienes compren del kiosko que sepan que están colaborando directamente con la banda.

Santi: lo que está bueno de la cooperativa y de ser tantos es que en este camino de ir encontrándote con muchas cosas para hacer e ir aprendiendo cada uno va encontrando su lugar en lo extra musical. Cada uno, además de tocar, hacer algo más para la orquesta, nuestro compromiso no se acaba cuando termina el show o cuando no ensayamos, todos los días estamos planeando algo que tiene que pasar, que falta, que mejorar, un compromiso permanente.

-También son una banda que siempre suena donde hay un grito de lucha

Santi: desde el principio de la banda lo vivimos así, pero no por calzarnos la bandera del compromiso social, sino porque vivimos en este país, en este contexto social, todos estamos atravesados por lo mismo. En ese sentido siempre que una situación nos interpeló, nos convocó, fue “che, ¿vamos a tocar ahí?: sí”, y también desde ahí siempre pensar en la música como una herramienta transformadora, porque es eso, transforma el ánimo de la gente. No vas a hacer que la gente coma, que el senado sancione algo por tocar cumbia, pero sí cambia el espíritu, y eso es lo que nosotros podemos aportar a la sociedad, entonces siempre que algo nos convoca y nos sentimos legítimamente interpelados lo aportamos. Creo que desde el principio siempre tuvimos eso, porque tocamos en los espacios que teníamos que eran tomas de la UBA, de la IUNA, después empezamos a ir a la cárcel, teníamos esta inquietud de ver qué nos pasaba como músicos y qué pasaba con la gente fuera del ambiente comercial y de baile. Pasa algo parecido, vayas donde vayas, toques para quien toques, pasa algo similar, y eso es lo lindo de la música, el poder que tiene para hacer reír a la gente, bailar, para olvidarte un poco de todo lo otro que no es eso que está pasando ahí.

Pablo: hay algo que pasa, que es muy natural, y es que esto es lo que tenemos para compartir, como así uno a veces dice voy a ir a esta marcha porque me parece que no da que bajen las jubilaciones o quiero que se apruebe esta ley, o me parece noble la lucha de esta fábrica recuperada, así como una va de a pie, nosotros decimos “che, tengo esto”, uno dice voy y doy una mano con la parrilla, nosotros tenemos esto. Cuando nos llaman y nos convocan para nosotros es zarpado, y parece que sirve bastante porque nos llaman y nos invitan a ir, entonces si podés aportar en algo ¿cómo no vas a ir? Los que sentimos que no estamos tan aplastados y nos seguimos emocionando ante ciertas cuestiones que nos parecen injustas, siempre estamos buscando poder hacer algo, poner un granito, a pesar de que a veces hay gente que en las redes aparece y dice “no sean tontos, no se metan en política”, con un discurso antipolítico; nosotros no pensamos en meternos en la militancia, hago cumbia porque soy un ser político.

-Sin embargo no hay un mensaje puramente explícito dentro de las letras de la banda… 

Pablo: la Delio baja línea todo el tiempo, pero baja línea con la forma de hacer, con la música que hacemos. Las letras tienen contenido político, no explícito pero sí en la intención, en la forma de comunicar. Nosotros decimos todo el tiempo con los hechos, con la producción, cómo somos políticamente. El crecimiento nos dio la posibilidad de visibilizar las luchas y, por otro lado, lo que más nos atraviesa, la posibilidad de compartir un momento de cumbia con gente que lo está necesitando.

Santi: es medio absurdo pensar que algo puede no ser político, hasta el que cree que no es político está siendo absolutamente político, entonces es como inevitable, nosotros siempre lo vivimos naturalmente pero es inevitable.

-La cooperativa Delio Valdez cuenta ya con tres discos de estudio, uno de ellos es Sonido Subtropical (2018), el cual fue ganador a la categoría de Mejor Álbum Tropical en los últimos Premios Gardel

Pablo: cuatro! -interrumpe Santi-

Santi: tres y medio, tres y un EP -risas-

Pablo: el último disco nos trajo un Gardel debajo del brazo. Es la primera vez que nos presentábamos, nunca se nos había pasado por la cabeza la posibilidad. Yo creo que este disco (Sonido Subtropical) significó un montón de cosas para la Delio: en primer lugar a nivel interno, darnos cuenta de lo que habíamos logrado, que sonaba de una forma que nos encantaba, y recién ahí se nos ocurrió presentarlo. Lo presentamos por hacerlo, sin esperar nada, y nos encontramos con tres nominaciones, una de ellas la ganamos y fue una alegría enorme porque ese premio representa toda una estructura con la cual nosotros siempre jugamos por afuera por decisión propia. El Gran Rex que hicimos hace poco, el Teatro de Flores agotado, las giras por el país: todo eso tiene que ver con un gran trabajo que hicimos que no aparece de la nada, de la noche a la mañana. Sí tuvimos muchísima suerte y agradecemos mucho, pero también hay muchísimas horas de trabajo atrás, mucho amor, mucha dedicación para que eso suceda. Nuestro primer disco suena re mil casero, fue grabado en el living de la casa de uno de los pibes, en un estudio móvil, tiene un sonido crudo, y nos gusta cómo suena, es lo que era la Delio en ese momento y es muy hermoso escucharlo, ahora lo resignificás más. Fue todo paso a paso, sin prisa pero sin pausa.

-Ya que tocaron el tema Gran Rex, lindo festejo metieron en la Calle Corrientes

Pablo: Fue un gran paso, y un paso compartido. Milton, uno de los trombonistas, ayer en el ensayo, en una charla donde contábamos que le había pasado a cada uno que fue buenísima, decía que veía a la gente, al público, toda la gente que agotó un mes antes, una energía de que ellos también llegaron, llegó la Delio con toda la familia Valdez, llegaron los pibes de Villa Diamante, las pibas de La Plata, la gente que vino de Chile, Mendoza, Córdoba, Rosario, una sensación de “copamos el Rex de los dos lados del escenario”, la gente siente eso, ve el proyecto colectivo, artesanal, y se suman. Nos pasó que mucha gente nos dijo “yo paso por un bar, pasan la Delio y me pongo feliz porque siento que es mi banda”, otro que dice “le quemé la gorra a toda mi familia”, otro que le metió la Delio a todos los compañeros del laburo. Eso es un gran motor para la banda.

-Y aprovecharon semejante evento para registrarlo en un CD

Pablo: Sí, se viene el disco, estamos seleccionando los temas. Llevamos todo para grabar, estamos empezando a producir ese disco para hacerlo realidad. Es una idea que tenemos hace mucho tiempo porque sabemos y nos lo dicen que nosotros somos una banda de vivo, cosa que nos enorgullece y nos hace querer grabar cada vez mejor en el estudio para estar a la altura del vivo. Había que hacerlo, había energía. La idea es compartir lo que paso ahí. Queremos que salga antes de fin de año, es la idea, pero los designios del señor son indescifrables.

Y no paran de celebrar, primero el premio Gardel, después el Rex por los diez años, hoy acá, en Flores…

Pablo: Si, aprovechando el crecimiento que se hizo para el Gran Rex, que laburamos mucho, eso fue también una excusa para crecer desde lo escénico, musical, y hoy es como empezar a poner en juego eso que hicimos en el Rex en todos los shows que vienen. El Rex fue como el cumpleaños con la familia y el Flores es la salida con amigos.

Nos despedimos momentáneamente de los chicos, porque nos volveríamos a cruzar más tarde, esta vez ellos desde arriba del escenario y nosotros desde abajo para comprobar que lo que nos dijeron era así, ese ambiente de salida con amigos que ya se empezó a sentir desde el momento que dieron puerta.

Las músicas del Dj Sonido Parrandero, la apertura del escenario a cargo de Ninfas (bandón cordobés, con un plantel íntegramente femenino, híper recomendable) y luego La Delio Valdez. Vayan, vean, escuchen, bailen, canten y disfruten al ritmo del cumbión cooperativo y autogestivo.

 

 

Músico por vocación y comunicador por oficio. Melómano, de los pocos que se sientan a escuchar discos completos. @facus.gonzalez

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Cypher de beats: la producción musical desde adentro

Conversamos con Alejo Santanni sobre un novedoso formato que nos muestra cómo se cocina la música moderna.

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En los últimos años el mundo musical experimentó un cambio drástico, impulsado por los nuevos géneros emergentes y por una revolución tecnologica sin precedentes. A través del sampleo y los instrumentos MIDI hoy en día es posible crear piezas musicales de una calidad impensada hace apenas algunos años atrás en estudios caseros, laptops e incluso smartphones.

El cypher de beats toma esta idea y propone un encuentro de beatmakers, productores musicales y Mc’s.  La premisa es improvisación musical en vivo y en directo con software de composición/edición de audio. Se transmite por Twitch, con la conducción de Alejo Santanni, un veterano de la escena. Con él conversamos de la riquisima escena musical argentina y la revolución que las nuevas tecnologías han traído a la hora de hacer y pensar la música.

—¿Cómo surgió la idea de hacer un cypher de beats? ¿Cómo se te  ocurrió encarar ese proyecto?

AS: —La idea surge masomenos en el 2014, yo ví como se formaba el Quinto Escalón porque era amigo de Muphasa y veía la energía que se formaba en los cyphers, en las jams de freestyle. Sentía que tenía que hacer algo parecido enfocado a la producción. Esa dinámica de tener que hacer algo en tiempo real, la idea de improvisar, eso era lo que quería llevar al beatmaking. La idea tuvo bastantes prototipos, pero recién en la pandemia y con el formato de twitch fue que me pareció que había que intentarlo de nuevo.

—El ciclo va mechando entre productores amateurs y figuras de primer nivel en lo que respecta a la escena nacional, invitados como Evlay, Clubhats, 808God… ¿Cómo fue dándose esa mezcla?

AS: —Fue la idea de raíz, porque yo tengo muchos alumnos y conozco mucha gente del under; creo que hay mucho talento, chicos que nadie conoce y están al mismo nivel que productores de primera línea. Y al invitar a grosos de la produ, la idea es compartir un poco del proceso, mostrar cómo lo hacen y así potenciar a los que recién están arrancando en esto.

—Todo este nuevo movimiento que vino de la mano del trap, de las nuevas tecnologías para hacer música, cristalizan una especie de revolución musical, ¿qué opinás de este momento en la escena argentina?

AS: —Yo crecí tocando con músicos, y cuando empecé a producir, hace diez años, me imaginé que con la oportunidad de hacer todo en la computadora, cada vez iba a haber menos obras creadas colectivamente. La idea del cypher también es romper un poco eso; aunque cada uno esté en su computadora produciendo, podamos hacer una reunión y compartir visiones, escuchas, y no perder el factor humano.

—El ciclo lleva más de un año al aire con muchísimos invitados que pasaron por el programa, ¿hay algún momento que te haya quedado en el recuerdo?

AS: —Hubieron muchos momentos hermosos, ver a alumnos míos haciendo música junto con grosos de la producción, fueron increíbles. Pero si tengo que elegir uno, la visita en el cypher infinito de Muphasa y Ysy A, dos personas que hicieron posible mucho de lo que está pasando hoy día en la escena, dos amigos que vi crecer. Tenerlos en el cypher fue un sueño, sentí que se cerraba un círculo.   

—¿Cómo sigue el proyecto?

AS: —En el cuadernito hay muchas ideas, pero como crecimos muy de pronto, decidí primero fortalecer el núcleo duro del proyecto. Vamos a mantener y pulir lo que venimos haciendo, y vamos a tener más días de transmisión, también vamos a organizar un encuentro físico. Estamos con ganas de hacer una recopilación y selección entre todos los beats que fueron saliendo, pero son cientos, así que estamos viendo cómo hacer. De momento seguir creciendo y produciendo. 

💻 Podés sintonizar el programa los jueves a la noche en su canal de Twitch.

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CULTURA

Punto de quiebre: torcer el rumbo de la ficción

El canal de la UNTREF estrenó su primera serie en 360º.

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Por Candelaria Coria*

Si bien la industria audiovisual lleva un tiempo incursionando en distintos formatos, uno de los más novedosos e innovadores es grabar las ficciones en 360°. En este formato, la cámara parece cumplir el rol de una persona más en la escena y logra que lxs espectadores sean, de algún modo, cómplices de la trama argumental, gracias a la posibilidad de contemplar desde el ángulo que quieran.

Desde hace varios años, la industria de las series web crece y se consolida, y recientemente la investigación del formato 360º desarrolló nuevas tecnologías para innovar en el sector. A mediados de 2018, la industria española tuvo su primera serie en este formato: Desayuna conmigo 360. Fue una de las primeras en Europa y abrió camino a que se empezara a hablar en otras partes del mundo. 

Así fue que en marzo de 2021, UN3, el canal de la Universidad de Tres de Febrero, estrenó su proyecto estrella: una ficción grabada en 360°. ¿Qué significa esto? Que el/la espectadorx puede controlar con sus dedos hacia dónde quiere ver, dándole la posibilidad de sentirse unx protagonista más. ¿Cómo funciona? A través del uso de lentes especiales de realidad virtual, o bien desde cualquier pantalla digital. Punto de quiebre está disponible en el canal de YouTube de UN3 y también en la página web.

A través de ocho episodios, Punto de quiebre te cuenta la historia de cuatro relaciones amorosas focalizadas en (valga la redundancia) los puntos de quiebre: el incómodo y romántico momento de la primera cita y el tragicómico y cruel momento del corte de la relación. La realidad virtual permite vivenciar en primera persona esas escenas que nos cuentan distintas versiones del amor. Como de costumbre, los comienzos de dichas historias se caracterizan por la diversión, la constante charla, la incipiente tensión sexual y mucha, pero mucha idealización por parte de ambxs. En el primer capítulo, tenemos como protagonistas a Magdalena Bravi y Tomás Fonzi, en la noche de su primer encuentro, que concretaron gracias a una red social de citas. En el tercer capítulo nos topamos con los personajes de Jazmín Stuart y Florencia Torrente, dos mujeres que se conocen en una entrevista laboral. Luego, la trama continúa con Santiago Talledo y Manuela Viale que se conocen en un campamento, para así pasar a la última historia, la protagonizada por Andrés Gil y Maia Tarcic que comienzan su relación en una cita a ciegas.

La serie es entretenida, con buenos diálogos y una premisa llamativa. El elenco está muy bien; es uno de los fuertes de la serie. En pocas palabras, esta serie es un acierto de nuestra querida industria nacional que pide ser pochocleada el próximo fin de semana.

La pregunta que deja planteada el formato 360° es: ¿Este es el futuro de las series? 

 

Casi guionista de radio y tv. Feminista, Spinetteana, y persona de perritxs. Sagitariana como Gachi y Pachi. Entusiasta de la pintura, la fotografía, y los tatuajes. @candelari4_

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CULTURA

Una enormidad perdida | Reseña de la primera novela de Damián Snitifker

“Ciudad dormitorio” es una novela sobre esa ciudad gótica, triste y un poco detenida en el tiempo que es el conurbano sur.

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Por Agustina De Caria*

Acabo de terminar Ciudad dormitorio, la primera novela de Damián Snitifker, apenas un día después de haberla empezado. Yo no leo rápido, pero esta novela avanza sola. En parte por su ritmo y la fluidez narrativa gracias a una prosa despojada, diálogos con gran nota humorística y capítulos breves que se van sucediendo tan rápido como aceitunas en una picada; pero creo que esa voracidad se debe a la propuesta acertadísima de convertirla en una novela musical

Ciudad dormitorio es una novela sobre un derrotero sonoro, construido a partir de una versátil mezcla entre el punk, el rock en inglés y el nacional, la cumbia, la vida. La historia de los personajes se va a anclar en un territorio doble: el geográfico y musical. La gran mayoría de las escenas mencionan una canción que marida perfectamente con las acciones que se desarrollan frente a nuestros ojos. 

El libro incluye un código QR que te dirige a una lista en Spotify hecha por el mismo autor y que, a pesar de que me disperso mucho al leer con música, hizo de la lectura de esta novela una propuesta dinámica y multisensorial. Las canciones no fueron, como suelen ser, una distracción. Todo lo contrario: sirvieron de caja de resonancia para la profundidad de la trama, de los espacios y de los personajes, haciendo de cada escena un acto incomunicable. Experiencia pura. 

A su vez, las coordenadas geográficas de la novela no son meramente un escenario que posibilita el desarrollo de una trama. Ciudad dormitorio es una novela sobre la ciudad, pero esa ciudad gótica, triste y un poco detenida en el tiempo que es el conurbano sur. Quilmes, Bernal, Berazategui y Varela son algunos de los lugares que se mencionan y que justifican a los personajes, o al revés: los personajes justifican al lugar y, de esta forma, la novela se convierte en un gesto de recuperación del lugar que la hace posible. Quizás por esto abunde en descripciones, dado que se intenta apelar a acciones concretas de lugares concretos: sus veredas, sus almacenes, sus sociedades de fomento, sus siestas, sus birras, su ADN barrial.

Pero en el fondo, la novela habla sobre lo que ya no es y que quizás no sea nunca más. La música, los amigos, las novias, el sueño del trabajo ideal, la juventud, el punk, los bares: todo cambia y hay algo de la ilusión que prometía el pasado que se ha perdido, algo grande que hemos perdido, dice la canción de Jason Molina mencionada en la novela y que está catalogada como la más triste del mundo. De esta forma, la novela se convierte en una rocola en una habitación vacía que, en diciembre de 2020, de la mano de la editorial Crack-up, salió al mundo para sonar

Julián, Cristian, Rulo, Fede, Facu, Rafael, Laura, todos estos personajes insignificantes y a la vez tan nosotres, les conurbanenses, viven en la pregunta que Cristian le hace a Rulo mientras tomaba una birra frente al río: ¿A quién le puede interesar leer sobre nosotros? 

Con una prosa sumamente interesante y, en muchos momentos, genial, la novela de Snitifker crea un lenguaje propio para responderla, o mejor, usa el único lenguaje que no se traiciona: el real. Y en la geografía del lenguaje, nada está realmente perdido.

 

 

* Docente de Lengua y Literatura por elección y vocación. Le fascina todo hecho lingüístico, principalmente el literario. Actualmente, cursa la Maestría en Escritura Creativa, en la UNTref y coordina el taller de escritura @lonodecible. Recomienda libros en @todosloslibrosvuelven

 

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