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CULTURA

🎭 Palabras que se rompen con ellas | Reseña y entrevista

25 Horas fue a ver esta obra de teatro y conversó con Marie Álvarez, la directora.

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¿Qué pasaría si Virginia Woolf, Alfonsina Storni, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik y Sarah Kane fuesen citadas a un mismo evento literario? Esa es la premisa que da vida a Palabras que se rompen con ellas, obra teatral dirigida por Marie Álvarez, que disfrutamos (mucho!) el domingo pasado. Atentxs! Quedan solo dos funciones.

Un encuentro casual las invita a volver sobre sus pasos como mujeres y autoras. Revisan su historia familiar, el amor y sus posibilidades, la soledad, y una sociedad que en el siglo XX acorrala la realización personal de las mujeres y enaltece el mandato de masculinidad. Las palabras forajidas de cinco escritoras esenciales para la literatura de género encuentran un paréntesis en el diálogo mutuo que las cruza por primera vez. Las reflexiones se agudizan, angustian y apresan a les espectadores, porque la empatía es inevitable cuando hoy discutimos sobre ser mujer, madre, profesional y nuestras más profundas elecciones, y ese debate no está saldado porque nuestros derechos siguen vedados.

A través de sus palabras podemos observar cómo las sociedades acechan con la violencia en todas sus formas: de género, de raza, de clase social. “El feminismo es el ejercicio de pensamiento de la mujer en cualquier campo de la actividad”, gritarán Virginia, Alfonsina, Sylvia, Alejandra y Sarah. Hasta que la hora negra tapiza sus vidas en escena y hallan el suicidio como escape a una realidad irremediable: escriben una verdad que las mata.

La obra de estas mujeres circula en el escenario con la maestría personal de Marie Alvarez, su directora. La investigación literaria que florece en escena es el resultado de lecturas exhaustivas que le llevaron seis meses de arduo trabajo. El final de sus vidas era el inicio para que pudieran encontrarse, era necesaria esa comunión porque algo más las invitaba al intercambio: el feminismo, la erótica, la guerra, las depresiones.

Álvarez es Licenciada en Teatro, dirige, escribe y dicta clases. Una de las actividades que realiza en paralelo a las funciones es el Taller de lectura y escritura creativa sobre textos feministas de las escritoras que salen a escena.

– ¿Cómo podemos pensar la libertad a través de la obra?

Podemos citar a la propia obra, no le debemos el formato a nadie. Sarah Kane dice en un momento “Yo como escritora no tengo que rendirle nada al público, mi deber es con la verdad y cada una”, en este caso hablamos de mujeres, escritoras. Lo mejor que podemos hacer es eso: escribir con la verdad de cada una y revitalizar las identidades, darles importancia. Nuestras historias nos configuran y también nuestro contexto histórico, nuestra educación, nuestras oportunidades. Se trata de trabajar desde la verdad, y la honestidad como artistas.

– ¿Cómo te diste cuenta de que querías que ellas dialogaran?

Este fue mi segundo trabajo, el final de la licenciatura. Estaba trabajando en otra obra que fue signada por la mala suerte, tan grave como que se muriera la asesora y no conseguir un profesor del claustro que continuara con la asesoría. Fue todo catastrófico, allí hablaba sobre el dolor y sufrimiento de les ancianes y cuando vi que no podía continuarlo, pensé que tenía ganas de leer por placer y vi que estas mujeres tenían cosas en común. Mi cerebro conecta datos casuales, los va uniendo y así trabajo en mi escritura y en mi forma de ver el mundo. Primero era obvio que todas se habían muerto y escribían. No tenía un tópico especial. Vi similitudes entre todas y trabajé sobre la intertextualidad. Cuando leí durante meses, pasé muchas horas del día leyendo, era increíble porque una frase se me iluminaba y conectaba con otra. Hay un trabajo de investigación atrás de la obra.

– ¿Qué aporte creés que da la obra al feminismo en este momento?

En el taller donde analizamos a las autoras, les digo a las chicas que no estamos inventando la pólvora en este momento. Virginia Woolf escribió sobre esto hace cien años, estamos tres pasitos adelante pero en una instancia en donde falta un montón, no solamente a los feminismos sino a todos los grupos minoritarios por intereses políticos y económicos de varones sentados en lugares de poder. Siempre lo reeditamos, lo repetimos constantemente. “Palabras…” es como hija primeriza, pero a la vez siento que es un homenaje. La obra es y no es mía.

– ¿Cómo fue el trabajo de producción y escritura del guion?

Fue escritura de gabinete. Seleccioné textos por grandes temas en la obra, no le llamo escena sino estaciones porque son instancias adonde llegar. Hablamos desde un procedimiento, un cierta temática. Tenemos el inicio donde contamos las vidas, el feminismo, la erótica, que es toda la correspondencia epistolar y las relaciones con mujeres, la guerra, que lo retomo de la obra de Sarah Kane. Luego vienen las depresiones en formato de monólogo, las psiquiatrizaciones y los suicidios, a través de sus notas.

– La escena de luto que construís y permanece en escena, ¿propone otra interpretación más allá de sus muertes?

Sus vidas fueron durísimas, pero al mismo tiempo tenían problemas mentales y lo usaron para su arte, construyeron su personaje artístico a partir de la enfermedad. Siempre me llamó la atención que completaran sus obras, no las dejaron inconclusas. Si no habían publicado sus últimas producciones, se las habían dejado a alguien para editarlas, fueron rigurosas con su trabajo. Tuvieron unas muertes histriónicas. No sé si el suicidio fue una forma para que las vean, para que el circuito y el ambiente las legitime, pero es una de las tantas teorías: me mato para que se sepa quién soy. Sylvia Plath construyó todo el artefacto para suicidarse o Alejandra Pizarnik puso un adagio de fondo y estaba con unas muñecas y unas pizarras, y pensás que la forma es casi teatral. Creo que cada una se mata por cosas distintas: Sylvia Plath tenía el corazón roto, pero fue muy distinta a la muerte de Pizarnik que desde el momento cero no se bancaba a este planeta; y a Woolf le pasó que ya había terminado la Primera Guerra Mundial y estaba lista con nafta en el garaje para morir con gas por si la venían a buscar, porque la guerra le daba terror.

Autoras mujeres, con lecturas imprescindibles para pensar en el feminismo y en el legado que nos dejaron a través de su escritura. Una obra para ir con amigas, madres, compañeras, para debatir al final y reconfigurar el mundo. Su valor agregado es el espacio independiente que le da abrigo y enciende fueguitos.

📌 Agendate:

Domingos 1° y 8 de septiembre, 18hs.

Teatro Anfitrión, Venezuela 3340, CABA.

🎭 Entradas: Alternativa Teatral

General:$300
Estudiantes y Jubilades (con libreta o carnet): $250

📱 Seguilas en Instagram:

@palabrasqueserompenconellas

Comunicadora social y fotógrafa amateur. Es bibliomana desde que se inició en la lectura. Tiene problemas familiares cuando los libros la siguen hasta la casa. @_floresdelmal

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CULTURA

Cypher de beats: la producción musical desde adentro

Conversamos con Alejo Santanni sobre un novedoso formato que nos muestra cómo se cocina la música moderna.

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En los últimos años el mundo musical experimentó un cambio drástico, impulsado por los nuevos géneros emergentes y por una revolución tecnologica sin precedentes. A través del sampleo y los instrumentos MIDI hoy en día es posible crear piezas musicales de una calidad impensada hace apenas algunos años atrás en estudios caseros, laptops e incluso smartphones.

El cypher de beats toma esta idea y propone un encuentro de beatmakers, productores musicales y Mc’s.  La premisa es improvisación musical en vivo y en directo con software de composición/edición de audio. Se transmite por Twitch, con la conducción de Alejo Santanni, un veterano de la escena. Con él conversamos de la riquisima escena musical argentina y la revolución que las nuevas tecnologías han traído a la hora de hacer y pensar la música.

—¿Cómo surgió la idea de hacer un cypher de beats? ¿Cómo se te  ocurrió encarar ese proyecto?

AS: —La idea surge masomenos en el 2014, yo ví como se formaba el Quinto Escalón porque era amigo de Muphasa y veía la energía que se formaba en los cyphers, en las jams de freestyle. Sentía que tenía que hacer algo parecido enfocado a la producción. Esa dinámica de tener que hacer algo en tiempo real, la idea de improvisar, eso era lo que quería llevar al beatmaking. La idea tuvo bastantes prototipos, pero recién en la pandemia y con el formato de twitch fue que me pareció que había que intentarlo de nuevo.

—El ciclo va mechando entre productores amateurs y figuras de primer nivel en lo que respecta a la escena nacional, invitados como Evlay, Clubhats, 808God… ¿Cómo fue dándose esa mezcla?

AS: —Fue la idea de raíz, porque yo tengo muchos alumnos y conozco mucha gente del under; creo que hay mucho talento, chicos que nadie conoce y están al mismo nivel que productores de primera línea. Y al invitar a grosos de la produ, la idea es compartir un poco del proceso, mostrar cómo lo hacen y así potenciar a los que recién están arrancando en esto.

—Todo este nuevo movimiento que vino de la mano del trap, de las nuevas tecnologías para hacer música, cristalizan una especie de revolución musical, ¿qué opinás de este momento en la escena argentina?

AS: —Yo crecí tocando con músicos, y cuando empecé a producir, hace diez años, me imaginé que con la oportunidad de hacer todo en la computadora, cada vez iba a haber menos obras creadas colectivamente. La idea del cypher también es romper un poco eso; aunque cada uno esté en su computadora produciendo, podamos hacer una reunión y compartir visiones, escuchas, y no perder el factor humano.

—El ciclo lleva más de un año al aire con muchísimos invitados que pasaron por el programa, ¿hay algún momento que te haya quedado en el recuerdo?

AS: —Hubieron muchos momentos hermosos, ver a alumnos míos haciendo música junto con grosos de la producción, fueron increíbles. Pero si tengo que elegir uno, la visita en el cypher infinito de Muphasa y Ysy A, dos personas que hicieron posible mucho de lo que está pasando hoy día en la escena, dos amigos que vi crecer. Tenerlos en el cypher fue un sueño, sentí que se cerraba un círculo.   

—¿Cómo sigue el proyecto?

AS: —En el cuadernito hay muchas ideas, pero como crecimos muy de pronto, decidí primero fortalecer el núcleo duro del proyecto. Vamos a mantener y pulir lo que venimos haciendo, y vamos a tener más días de transmisión, también vamos a organizar un encuentro físico. Estamos con ganas de hacer una recopilación y selección entre todos los beats que fueron saliendo, pero son cientos, así que estamos viendo cómo hacer. De momento seguir creciendo y produciendo. 

💻 Podés sintonizar el programa los jueves a la noche en su canal de Twitch.

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CULTURA

Punto de quiebre: torcer el rumbo de la ficción

El canal de la UNTREF estrenó su primera serie en 360º.

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Por Candelaria Coria*

Si bien la industria audiovisual lleva un tiempo incursionando en distintos formatos, uno de los más novedosos e innovadores es grabar las ficciones en 360°. En este formato, la cámara parece cumplir el rol de una persona más en la escena y logra que lxs espectadores sean, de algún modo, cómplices de la trama argumental, gracias a la posibilidad de contemplar desde el ángulo que quieran.

Desde hace varios años, la industria de las series web crece y se consolida, y recientemente la investigación del formato 360º desarrolló nuevas tecnologías para innovar en el sector. A mediados de 2018, la industria española tuvo su primera serie en este formato: Desayuna conmigo 360. Fue una de las primeras en Europa y abrió camino a que se empezara a hablar en otras partes del mundo. 

Así fue que en marzo de 2021, UN3, el canal de la Universidad de Tres de Febrero, estrenó su proyecto estrella: una ficción grabada en 360°. ¿Qué significa esto? Que el/la espectadorx puede controlar con sus dedos hacia dónde quiere ver, dándole la posibilidad de sentirse unx protagonista más. ¿Cómo funciona? A través del uso de lentes especiales de realidad virtual, o bien desde cualquier pantalla digital. Punto de quiebre está disponible en el canal de YouTube de UN3 y también en la página web.

A través de ocho episodios, Punto de quiebre te cuenta la historia de cuatro relaciones amorosas focalizadas en (valga la redundancia) los puntos de quiebre: el incómodo y romántico momento de la primera cita y el tragicómico y cruel momento del corte de la relación. La realidad virtual permite vivenciar en primera persona esas escenas que nos cuentan distintas versiones del amor. Como de costumbre, los comienzos de dichas historias se caracterizan por la diversión, la constante charla, la incipiente tensión sexual y mucha, pero mucha idealización por parte de ambxs. En el primer capítulo, tenemos como protagonistas a Magdalena Bravi y Tomás Fonzi, en la noche de su primer encuentro, que concretaron gracias a una red social de citas. En el tercer capítulo nos topamos con los personajes de Jazmín Stuart y Florencia Torrente, dos mujeres que se conocen en una entrevista laboral. Luego, la trama continúa con Santiago Talledo y Manuela Viale que se conocen en un campamento, para así pasar a la última historia, la protagonizada por Andrés Gil y Maia Tarcic que comienzan su relación en una cita a ciegas.

La serie es entretenida, con buenos diálogos y una premisa llamativa. El elenco está muy bien; es uno de los fuertes de la serie. En pocas palabras, esta serie es un acierto de nuestra querida industria nacional que pide ser pochocleada el próximo fin de semana.

La pregunta que deja planteada el formato 360° es: ¿Este es el futuro de las series? 

 

Casi guionista de radio y tv. Feminista, Spinetteana, y persona de perritxs. Sagitariana como Gachi y Pachi. Entusiasta de la pintura, la fotografía, y los tatuajes. @candelari4_

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CULTURA

Una enormidad perdida | Reseña de la primera novela de Damián Snitifker

“Ciudad dormitorio” es una novela sobre esa ciudad gótica, triste y un poco detenida en el tiempo que es el conurbano sur.

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Por Agustina De Caria*

Acabo de terminar Ciudad dormitorio, la primera novela de Damián Snitifker, apenas un día después de haberla empezado. Yo no leo rápido, pero esta novela avanza sola. En parte por su ritmo y la fluidez narrativa gracias a una prosa despojada, diálogos con gran nota humorística y capítulos breves que se van sucediendo tan rápido como aceitunas en una picada; pero creo que esa voracidad se debe a la propuesta acertadísima de convertirla en una novela musical

Ciudad dormitorio es una novela sobre un derrotero sonoro, construido a partir de una versátil mezcla entre el punk, el rock en inglés y el nacional, la cumbia, la vida. La historia de los personajes se va a anclar en un territorio doble: el geográfico y musical. La gran mayoría de las escenas mencionan una canción que marida perfectamente con las acciones que se desarrollan frente a nuestros ojos. 

El libro incluye un código QR que te dirige a una lista en Spotify hecha por el mismo autor y que, a pesar de que me disperso mucho al leer con música, hizo de la lectura de esta novela una propuesta dinámica y multisensorial. Las canciones no fueron, como suelen ser, una distracción. Todo lo contrario: sirvieron de caja de resonancia para la profundidad de la trama, de los espacios y de los personajes, haciendo de cada escena un acto incomunicable. Experiencia pura. 

A su vez, las coordenadas geográficas de la novela no son meramente un escenario que posibilita el desarrollo de una trama. Ciudad dormitorio es una novela sobre la ciudad, pero esa ciudad gótica, triste y un poco detenida en el tiempo que es el conurbano sur. Quilmes, Bernal, Berazategui y Varela son algunos de los lugares que se mencionan y que justifican a los personajes, o al revés: los personajes justifican al lugar y, de esta forma, la novela se convierte en un gesto de recuperación del lugar que la hace posible. Quizás por esto abunde en descripciones, dado que se intenta apelar a acciones concretas de lugares concretos: sus veredas, sus almacenes, sus sociedades de fomento, sus siestas, sus birras, su ADN barrial.

Pero en el fondo, la novela habla sobre lo que ya no es y que quizás no sea nunca más. La música, los amigos, las novias, el sueño del trabajo ideal, la juventud, el punk, los bares: todo cambia y hay algo de la ilusión que prometía el pasado que se ha perdido, algo grande que hemos perdido, dice la canción de Jason Molina mencionada en la novela y que está catalogada como la más triste del mundo. De esta forma, la novela se convierte en una rocola en una habitación vacía que, en diciembre de 2020, de la mano de la editorial Crack-up, salió al mundo para sonar

Julián, Cristian, Rulo, Fede, Facu, Rafael, Laura, todos estos personajes insignificantes y a la vez tan nosotres, les conurbanenses, viven en la pregunta que Cristian le hace a Rulo mientras tomaba una birra frente al río: ¿A quién le puede interesar leer sobre nosotros? 

Con una prosa sumamente interesante y, en muchos momentos, genial, la novela de Snitifker crea un lenguaje propio para responderla, o mejor, usa el único lenguaje que no se traiciona: el real. Y en la geografía del lenguaje, nada está realmente perdido.

 

 

* Docente de Lengua y Literatura por elección y vocación. Le fascina todo hecho lingüístico, principalmente el literario. Actualmente, cursa la Maestría en Escritura Creativa, en la UNTref y coordina el taller de escritura @lonodecible. Recomienda libros en @todosloslibrosvuelven

 

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